martes, 22 de enero de 2013

Sonrisas a medias

Era de mañana y hacía frío. Ella entró al café sosteniendo una sombrilla y sacudiéndose la lluvia de los hombros. Un temblor apenas perceptible la custodiaba.
La mesa ya estaba lista y ella se sentó. No saludó a su invitado, ni siquiera lo miró. Tardó unos instantes en hablar.

—Gracias al cielo viniste.
—¿Qué ocurre, Ana?

Jake no era el tipo de persona que la gente considera normal. Andaba sin peinar, su tez era de un perturbador gris de cementerio, era exageradamente alto y su nombre sugería una posible nacionalidad que nadie pudo nunca comprobar. Cuando Ana llegó, él ya había bebido tres cafés, sin azúcar. Por alguna razón que no se podía entender, Ana sentía paz al hablar con él.

—Tuve un sueño —dijo ella.
—Todos tenemos sueños.
—No, no entiendes, y no entenderías.

El hombre gris no respondió.

—Verás, no fue un sueño, fue una pesadilla —continuó Ana. —Soñé que, bueno, alguien me raptaba. En realidad eran varios hombres, muy altos todos. Me llevaron a la cima de una montaña, me llevaron...

—¿Volando? —Interrumpió Jake.
—¡Sí! Me llevaron...¿Cómo lo supiste?
—No sé, te conozco demasiado.

Afuera seguía lloviendo. Ana relató cada detalle de su pesadilla. Unos hombres, más altos que el promedio y cuyos rostros semejaban la escala de grises, la raptaron en la noche. Siempre lo raptan a uno de noche. La llevaron a la cima de una montaña, perdida en medio de más montañas. Con la vaguedad natural del mundo onírico, contó que la analizaron, la observaron detalladamente y la escogieron. Los raptores siempre sonreían a medias y hacían gestos extraños con los ojos. Ana intuyó que se comunicaban sin necesidad de hablar. En un momento, alguien más gritó y, entre una gran conmoción, se lo llevaron a un cuarto lleno de luz. Después de eso, todo se hacía borroso y, al final...

—Sé que alguien me dijo "Estás bajo nuestro control" —Completó la temblorosa mujer
—Fue solo un sueño, Ana. Debes trabajar. Estaré esperándote aquí en la tarde.
—Es verdad. Quise contarte esto, porque, bueno, tú...
—Yo estaré contigo siempre —Atajó Jake.

Antes de que Ana terminara de cerrar la puerta, dio un último vistazo a su amigo. Sonreía a medias y hacía extraños y delicados movimientos con sus párpados. "Estás bajo nuestro control", repitió en voz baja Jake al verla salir.


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