Buenas noches. Me causan molestia los formalismos, así que seré directo. Soy su Creador. Probablemente usted nunca haya reparado en mí, a pesar de que toda su existencia es una mera ilusión, un producto inconcluso y rebelde de mi imaginación. Todas sus experiencias, todos sus fracasos, sus dolores, sus triunfos, sus amores y sus pasiones, toda su vida, todo lo que es usted, todo lo que ha amado, vive en mí. Yo soy su Universo, su espacio-tiempo, su Alfa y su Omega. Yo soy su escritor.
Perdóneme por no haberme tomado las molestias propias de un Creador detallista; por ejemplo, darle un nombre, ayudarle a encontrar el amor de su vida, llevarlo a conocer las fronteras de su cosmos -que es mi imaginación-, encontrar la Piedra Filosofal, la vida eterna, en fin... Espero que, al revelarle el secreto último de su existencia, pueda reivindicarme un poco. Para no extenderme en detalles, en este momento acabo de imaginar que usted conoce la idea del solipsismo, que entiende en qué consiste y sus implicaciones; de esa manera evito las explicaciones tediosas y aburridas. Pues bien, en su mundo el solipsismo es la verdad última: solo existimos usted y yo, su inteligencia creadora; yo pienso su realidad y usted la ejecuta. Piense en esto: antes de leer la frase anterior, ¿usted conocía la palabra "solipsismo"?
En eso consisten su Universo y su existencia, imagino algo, lo concreto en un texto coherente e inmediatamente se materializa en mi mente, luego usted lo experimenta, lo aprende, lo sufre, lo disfruta.
Usted, afortunado y especial, es el centro y único habitante vivo de ese cosmos, como puede que -por qué no- yo sea el único habitante del universo creado por un escritor. En ese caso, este hipotético contador de historias es mucho más talentoso y dedicado que yo. Pero es solo una idea no concreta, producto de elucubraciones filosóficas de mis tiempos libres. Usted, en cambio, aunque existe solo en mi imaginación, es real.
Y tengo que insistir, pues este es el motivo de esta correspondencia interuniversal -casi una lobotomía, casi una catarsis-. Mis más sinceras excusas, siento pena por no haberle dado una existencia más extrema y emocionante, por no hacer de su vida una seguidilla de gestas impresionantes, de conquistas imposibles y de amores inolvidables. Le juro que mi negligencia no es debida a la falta de interés, de hecho, la mayor parte de mi tiempo estoy pensando en historias para narrar, en realidades para crear en su universo, en todos los deseos que no he podido llevar a cabo en mi contenedor espacio-temporal, en cómo satisfacer mis anhelos en su universo. No he podido hacerlo porque aún me falta la técnica. Ser un narrador de historias, un creador de universos, un configurador de realidades, no es trabajo baladí. Toma cantidades absurdas de tiempo y esfuerzo lograr lo que quiero lograr por medio de usted. Le juro que lo quiero, pues usted es parte de mí, usted vive en mí, usted y yo somos lo mismo. Usted es el protagonista de mis historias.
Solo le pido un poco de paciencia. Poco a poco le llevaré a vivir aventuras impensables, a ser héroe, villano, a ser el salvador y el destructor del Todo que es mi mente. Cuando menos lo piense, habré escrito su existencia en detallada totalidad. Y, si usted me colabora -pues este es un trabajo que nos incumbe a los dos- le prometo que usted no solo vivirá en mi mente, sino en la de todos los lectores de los textos que aún no he escrito. Solo es cuestión de paciencia.
Un caluroso abrazo.
Su escritor.
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