sábado, 11 de mayo de 2013

Respuesta al escritor de las experiencias no narradas

Señor "escritor" -y quiero que resalten y retumben en su conciencia las comillas, quiero que sean sus más crueles jueces-, ¿Paciencia? ¿Se está atreviendo a pedirme paciencia?

Muchas veces he pensado que mi existencia es negra y vacía. A mi vida le falta electricidad, le faltan emociones, le faltan suspiros y riesgos. Soy un café claro e insípido al gusto, tibio y vomitivo, despreciable y barato. Oscuros son mis días y mejor ni hablemos de mis noches, solo sé que usted en mi lugar no podría soportarlas. Y hasta que me llegó su revelación -en forma de carta, vaya mediocre, pudo haber sido un cataclismo cósmico o una epifanía repentina-, siempre había pensado que la culpa del gris insondable en mi existencia recaía sobre los hombros de mis pésimas decisiones. Afortunadamente, el conocimiento de mi "verdad última" calma un poco la zozobra;  puedo dormir en paz al saberme inocente en tamaña aberración contra natura que es para mí el mero hecho de existir.

Usted, "creador de realidades", como prestidigitador es vergonzante. Si "solipsismo" es la palabra que describe la totalidad de mi existir, la que más fielmente lo representa a usted es "mediocridad". Maldita sea, ¡maldita sea su falta de inventiva! ¡A mala hora usted me ha creado! ¿No habría sido mejor evitarse tantas molestias y ahorrarme estos crueles devenires, carentes de significado? Señor creador, yo no tengo paciencia. Me estoy quedando encerrado en cubículos oscuros de experiencias planas e incoloras, estoy al borde de la locura. Estoy desesperado.

¡HAGA ALGO, MALDITA SEA!

¡ESCRIBA!

Me importa un bledo si soy el único habitante "real" de su universo, a la larga nunca me sentí cómodo con la compañía. Me da igual si mi independencia está limitada a la voluntad de sus letras. No me importa. Solo quiero, desesperado, profundamente urgido de aventuras y experiencias, que usted se dedique a dármelas. Es su obligación, demonios, es su deber hacer que mi vida sea digna de ser narrada, o vivida, o como quiera llamarlo.

Leo, levemente esperanzado, el último párrafo de su misiva interuniversal (gracias por hacerme entendedor del concepto) y espero con grandes ansias que su técnica mejore, que sus obligaciones disminuyan en cuantía y esfuerzo. Habrá usted de comprender que me siento trémulo e impactado por el conocimiento repentino del sentido último de mi existir; tardaré un tiempo en asimilarlo. Pero, en el pozo infinito y sombrío de desánimo en el que se encuentra mi vida carente de historias, si es necesario, le propongo una colaboración mutua: permítame ser parte activa de su proceso creativo. Entre los dos podremos darle sentido a este universo que habito y yace en su mente y, por qué no, también al contenedor espacio-temporal que lo rodea a usted.

Le ruego, por lo que más quiera en su vida, que se dedique a escribir la mía.


Esperanzado y deseoso de aventuras


Su personaje.

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