jueves, 22 de julio de 2021

La tarde del arcoiris

(Esta es la transcripción de una carta real que escribí hace trescientos sesenta y un días con mi puño y letra para alguien que fue muy importante en mi vida. Es extraño porque, un par de meses después de escribir esta carta, nuestra historia empezó. Una historia casi tan larga como mi propia vida, una historia compleja, dolorosa. Una historia tan breve como la tarde del arcoiris. Una historia que ya terminó. Me tomo el atrevimiento de publicar esta carta porque, después de todo lo sucedido, al menos quiero reservarme para mí el derecho de contar la verdad. A estas alturas estoy casi seguro de que esta persona tan relevante en mi vida jamás me dirá su verdad. Yo no puedo mentir y no me gusta ocultar. La verdad siempre por delante. Esa es mi ley de vida. Siempre la verdad. Igual lo nuestro ya no tiene ninguna posibilidad de volver a ser. Igual este es mi espacio, este espacio casi nadie lo lee, así que no importa mucho si alguien le echa un vistazo a estas palabras. Tan solo cambiaré su nombre, aunque todas las personas que me quieren y me escucharon hablar de ella saben que ella se llama así). 

Hola
Hoy quiero contarte una historia y una decisión. Darte las gracias y un regalo.

La tarde del arcoíris:

El viernes 26 de julio de 2019, hoy hace exactamente un año, llegué temprano al barrio después de una noche de cine en la casa de mis amigos. Era mi turno de elegir la película y vimos “The Martian”. El plan del día era continuar mi curso de mecánica cuántica después de ver la etapa del Tour de France. El tema era el principio de incertidumbre de Heisenberg en notación matricial. Ese día, Egan Bernal se vistió de amarillo por primera vez y mientras él lloraba en televisión mundial por su sueño cumplido, yo lloré frente al espejo al ver uno de mis peores miedos hacerse realidad.

Después de lo que vi, toda mi vida desfiló frente a mis ojos en un segundo y volví a mirar una y mil veces para estar seguro. La clase de mecánica cuántica tenía que esperar, ahora tenía el principio de incertidumbre en mi garganta.

Me asusté mucho y traté de calmarme, pero me fue imposible no imaginar el peor escenario. Recordé que igual la muerte es inevitable y quise negociar con el destino. Viendo cara a cara a la muerte, el corazón me reveló qué era lo realmente indispensable en mi vida. Si igual tengo que morir, pensé, quisiera vivir lo suficiente para terminar de escribir la teoría cuántica de la economía ecológica y para volverla a ver, hablar con ella al menos una vez.

Volverte a ver, hablar contigo al menos una vez, saber cómo te llamas. Saber cómo te llamas, Nädivi. 

El día se hizo tarde y decidí que el mejor curso de acción era pedir una cita con el Dr. Castro tan pronto como fuera posible. Después de averiguar que debía madrugar al día siguiente para pedir la cita, salí del consultorio. Y entonces fue cuando sucedió.

Mis ojos vieron en las montañas del oriente un arcoíris como nunca había visto ninguno en mi vida. Cálido, intenso, cercano y familiar. Un arcoíris que le hablaba directamente a mi corazón. Me decía: “Tranquilízate. Todo lo que deba suceder, sucederá”.

Pasé frente a mi ventana y seguí caminando, quise tomar una foto y busqué el mejor lugar para capturar el momento.

El arcoiris del atardecer me llevó directamente hasta la puerta de tu casa.


La puerta abierta:

Desde niño siempre creí que cuando habláramos por primera vez tú y yo, acercarnos sería un proceso natural, fluido, sin fricción. Hoy siento que insistir y esforzarme tanto en acercarnos está afectando mi autoestima y me está haciendo daño sentir una indiferencia que no esperé. Por redes sociales no hemos fluido bien y en medio de la pandemia, otras formas son casi imposibles. Quizás este no es nuestro momento. Lo he intentado casi todo y solo me falta intentar algo más. Creo que lo mejor que puedo hacer por ti y por mí en este momento de la vida es dejar de intentar.

Te agradezco con todo mi corazón porque fuiste un rayo de luz que me dio calor y esperanza en mi momento más oscuro y difícil. Estoy triste porque pensé que esto iba a ser de otra manera. Pensé que, a través de mi vida y de lo que he aprendido, podría ser un canal para que el Universo te diera cosas buenas, para terminar tu racha de malas experiencias y ser un cambio para mejor en tu vida. Me frustra saber que hasta ahora no ha sido así. Quizás el tiempo aún no ha llegado. Si este no es el momento adecuado, entonces ese momento llegará. Si el momento ya pasó, entonces solo tengo gratitud hacia la vida, hacia el arcoíris del atardecer y hacia ti.

También me siento en paz. He aprendido muchísimo sobre mí mismo y sobre la vida gracias a ti. Magia, misterio, destino, imaginación, hilo rojo invisible. La vida misma nos mostrará cuál es tu rol en mi vida y cuál es mi rol en la tuya.

Me llena de alegría y tranquilidad saber que la niña del vestido amarillo creció para convertirse en la mujer maravillosa e increíble que eres hoy.

Me da tristeza pensar en todas las experiencias difíciles que has vivido, pero me reconforta saber que todo sucede por una razón y que esas experiencias devienen aprendizaje, crecimiento y fortaleza. Tú eres fuerte. Me preocupa un poco tu salud. Por favor cuídate mucho. Cuídate mucho. Por ti misma y por todas las personas para quienes tú eres alguien importante en sus vidas. Cantaré mantras por ti y te enviaré mi ki. Cuida mucho a tu mamá y a tu hijo.

Por ahora, necesito continuar la misión de mi vida y recuperar mi salud. Aún no me he podido hacer tratamiento. Para avanzar en mi investigación he debido financiarla con mis propios recursos y hacer muchos sacrificios. Estoy en quiebra y sin EPS, pero lo solucionaré. Tengo la fe puesta en el destino y en mí mismo. (Hay una forma simple y significativa en la que me puedes ayudar con mi misión. Si te nace del corazón, pregúntame cómo). 

---(Un año después, hoy, noté que jamás me preguntaste cómo me podías ayudar. Era increíblemente sencillo. Solo necesitaba un par de esferos y resaltadores, pero al estar en quiebra no tenía para comprarlos. Tan extrema era mi situación hace un año. Pero bueno. Al final no importa, esferos y resaltadores llegaron a mi vida de todos modos y les he dado el mejor uso que me ha sido extraterrestremente posible darles)---

Tú siempre tendrás un lugar muy especial en mi corazón. ¿Por qué? No sabría ponerlo en palabras. Quizás lo que siento por ti es algo tan único que nadie ha inventado aún las palabras adecuadas para expresarlo. En la cercanía y en la distancia, siempre podrás contar conmigo. La puerta de mi alma está abierta para ti. Este no es un adiós definitivo (si la vida así lo quiere). Lo que deba suceder, sucederá. Eres la historia de amor más increíble y mágica en esta y en un millón de vidas más.

Gracias. Gracias infinitas, Nädivi. Gracias.


La piedra dragón:

Ahora tienes en tus manos la piedra dragón.
Forjada durante millones de años de evolución cíclica y espiral.
Primero me la dio el jaguar del río eterno.
Ahora yo te la doy a ti.
Ella es piedra y es tierra, pero su corazón es aire y viento.
Y si le muestras el agua, ella te mostrará el fuego.
Ella es luz y oscuridad.
Si la miras fijamente, ella te enseñará los secretos del universo holograma.
Ella es el universo holograma.
Si te recuestas y la pones en tu frente, ella abrirá tus ojos.
Si la tienes en tus manos mientras suena Echoes de Pink Floyd
Ella susurrará en tus oídos los ecos de una verdad.
En ella está todo lo que necesitas saber de mí.
Y también te puede mostrar lo que debes aprender de ti

(La historia terminó igual que como empezó: un arcoiris en el mismo lugar, exactamente frente a la puerta de tu casa, en el barrio del atardecer. El día de nuestro final, tú me viste contemplando el arcoiris. Pudiste decir algo, pero no dijiste nada. Yo te vi. Y pude decir algo, pero ya todo había sido dicho. ¿La piedra dragón? Quisiera pensar que aún la conservas y la cuidas como el tesoro que fue para mí mientras me acompañó. Quisiera pensarlo así...) 

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