Hasta el Dios omnipotente, creador de todo lo que fue y todo lo que será, ha necesitado de vez en cuando ciertas pausas en sus labores habituales, propias de su rol como amoroso dictador del universo. Dichas pausas, que son exactamente lo contrario a un descanso, han tenido duraciones muy variables y consecuencias también bastante diversas. En estos intersticios laborales, Dios ha debido olvidarse por completo de los asuntos que aquejan a sus diminutas creaciones conscientes, vaya paradoja, para preparar una inefable demostración de su infinita compasión hacia la especie humana. El diluvio y las plagas que lanzó contra los egipcios fueron decisiones que no tomaron mucho tiempo; mandar a morir a su propio hijo para salvar a la especie de un mal creado por él mismo, en cambio, le tomó varios siglos de cavilaciones.
Como ya se ha mencionado, entre aquellas pausas las hay de toda duración y con variables consecuencias. Unas no han tomado más de unas horas y sus efectos no han ido más allá de un gol en contra del equipo de fútbol que puso sus esperanzas de ganar en el todopoderoso. Otras han tardado milenios enteros. Se dice incluso que eso que los humanos llaman "Edad Media" fue uno de esos lapsos en que Dios ha debido ausentarse; salvo por que en ésta él mismo dejó claras instrucciones para que los clérigos se encargasen de llevar a buen término sus planes y mandatos. De hecho, todavía se encuentran, no con mucha dificultad, quienes se jactan de pertenecer al linaje de hombres que dieron sus piadosas vidas (y acabaron con las ajenas e impías) para cumplir la voluntad de Dios. Estas mismas personas, curiosamente, se niegan a aceptar el regalo que su divinidad les obsequió; eso que todos los humanos conocen como "Renacimiento".
Y no lo pongan en duda, queridos e insignificantes humanos, la terrible crisis por la cual atraviesa su especie es solo el producto de otra de estas ausencias del Dios redentor. Pero no desfallezcan. Pronto el hambre, las guerras, la desigualdad y las crueles injusticias del capitalismo se irán (justo como otrora sucedió con el atroz comunismo ateo). Como buen allegado al Creador que soy, él me ha comunicado de primera mano sus intenciones. Su decisión ya está tomada y en breve, una inconfundible muestra de su amor omnipotente estará en manos de ustedes; un mensaje de alegría, el final de todos los males que aquejan a la pobre humanidad. La esperanza volverá en una grandiosa exhibición de Su poder.
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